Exposición de arte

viernes, marzo 23, 2007

San Telmo reivindica a Mafalda

Del grupo Mafalda y Quino

 

Quino reprodujo fielmente viviendas, comercios y personajes reales del popular barrio bonaerense,
ahora reconocido como decorado natural de esta historieta

Firma: Arturo Lezcano González | Lugar: buenos aires
 
 

LA CASA DE MAFALDA EXISTE

En el 371 de la calle Chile está la vivienda de Mafalda. El número, el tirador de la puerta y la planta en la entrada aún perpetúan el ambiente de la tira cómica.

EL ALMACÉN DON MANOLO.

El amigo gallego de Mafalda todavía podría visitar hoy el almacén de su padre, que conserva el característico toldo con el que Quino lo inmortalizó.

De Mafalda se sabía que es argentina, que es hija de la clase media porteña, que no le gusta la sopa, pero sí los Beatles y que su espíritu contestatario e inconformista lleva a sus padres a ser consumidores compulsivos de Nervocalm. Pero lo que no se conocía era que el micromundo donde se desenvolvía tenía un correspondiente real. Se trata del barrio de San Telmo, en Buenos Aires, donde en los últimos meses se ha creado una creciente reivindicació n de la figura de una de sus vecinas más ilustres, aunque ésta sea de ficción.

El fenómeno empezó a crecer a partir de la iniciativa de dos periodistas que lanzaron desde sus blogs la idea de reconocer a San Telmo como el decorado natural de la popular historieta. Darío Gallo y Pablo Mancini se enteraron de que el padre de la pequeña filósofa rebelde, Joaquín Lavado, Quino , había vivido en el número 371 de la calle Chile durante los años en que se publicó Mafalda en la prensa argentina, entre 1963 y 1973.

Al revisar las tiras comprobaron que el portal donde se sentaba la niña a cavilar o a charlar con sus amigos reproducía fielmente la puerta del edificio de Chile 371. «Ésta es, obviamente, la casa de Mafalda. No sólo por el portal. Puedo asegurar que el piso que sale en las tiras es una fotocopia de aquel en el que vivía Quino, en la décima planta. Es todo tal cual, hasta el último detalle», señala el portero del edificio, Alberto Ugarte.

Las evidencias y las firmas que se fueron reuniendo en los blogs provocaron la reacción de un diputado de la ciudad de Buenos Aires, Norberto Laporta, que elevó la petición al Gobierno de la capital. En la última sesión legislativa del 2006, se aprobó el reconocimiento por medio de una placa que se colocará en la esquina que forma el edificio con la calle Defensa, en el corazón del barrio. «En nuestros blogs firmaron cuatrocientas personas, muchas de ellas desde España. Lo tomamos como un éxito, sobre todo después de que en 1988 se intentara nombrar a Mafalda hija ilustre de Buenos Aires y no lo permitieran porque era un personaje de ficción», afirma Pablo Mancini.

La extrapolación del barrio al papel no se queda simplemente en la casa. Enfrente del edificio de Mafalda está el quiosco de prensa donde la niña iba a ver las noticias de las primeras planas para después retratar geopolíticamente a toda una generación. El quiosquero dibujado por Quino está ya jubilado, pero de vez en cuando pasa por el lugar de donde salía parte de la inspiración para el dibujante: «Quino venía y se ponía a mirar revistas. Además, yo lo despertaba cada día al llevarle los periódicos. Evidentemente el de las tiras soy yo, porque otro no había», comenta Jorge Garín.

Como el quiosquero, muchos otros se reconocen como personajes de Mafalda o saben en quién se inspiró Quino. Manolito, el amigo gallego de Mafalda, conserva a dos calles de la casa la tienda Don Manolo, que no es otra que la heredera del genuino almacén de su padre.

Otro vecino aporta más datos sobre los personajes de la tira: «Libertad está inspirada en la hija de unos psicólogos de izquierdas que vivían también en el edificio. Ella hablaba por lo que escuchaba en casa, con un discurso parecido al de la propia Libertad. Y Felipe era hijo de un amigo de Quino del barrio que terminó abrazando la revolución cubana y todavía hoy trabaja de periodista en La Habana. De Susanita, Miguelito o Guille no sabemos nada, pero seguro que andan por aquí».

Un paseo por el barrio permite ver, a la vuelta de la casa, el garaje donde el padre de Mafalda guardaba su dos caballos, y un poco más adelante, el parque donde los niños jugaban a los vaqueros. Hoy esa zona es una de las más turísticas de la ciudad, por lo que los vecinos ven con buenos ojos que se publicite el barrio como el universo de Mafalda: «Sería un buen reconocimiento y hasta se podría hacer un itinerario de un personaje con el que creció mucha gente en todo el mundo», añade Ugarte.

 
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