Exposición de arte

jueves, junio 21, 2007

Porteños en el mundo del cómic japonés

Esto es del Clarin del finde, pero no pude subirlo en su momento.
 

 
Exitos en España, y presencia en blogs y foros en un ancestral estilo de historieta.
Diego Marinelli
cultura@clarin. com


Una de las señas de identidad de la historieta es que carga históricamente con la sospecha de ser un género apasionante para adolescentes, pero demasiado liviano para paladares maduros. El paso de los años y la sostenida aparición de obras maestras (de las que el cine suele apropiarse con extrema velocidad) no han logrado desterrar del todo esta percepción del cómic como arte menor.

Este prejuicio es aún más radical cuando se aplica al manga, el complejo y ancestral universo de historietas japonesas que ha dado vida a un sinfín de fenómenos de la cultura pop durante las últimas décadas. Desde el precursor Astroboy (inspirado en los relatos de Isaac Asimov) hasta sagas como Robotech, Akira o Los guerreros del Zodíaco, las obras de manga han definido la fisonomía de lo fantástico para varias generaciones de jóvenes, tanto en Oriente como en Occidente.

A finales de los años 70, el manga saltó fuera de las fronteras niponas gracias a la televisión (la inmensa mayoría de las series de TV japonesas nacieron como historietas en papel) y se expandió por el Globo como una plaga. Hoy, ríos de tinta más tarde, en países tan disímiles como Corea, España, Estados Unidos, República Checa o Brasil, jóvenes creadores de historieta utilizan la estética, el lenguaje y el imaginario del manga para construir relatos impregnados de color local y fantasías de elaboración propia.

En la Argentina este fenómeno tiene un buen número de exponentes, entre los que se destaca la pelirroja Patricia Leonardo, autora de libros como Reparaciones Fina y Casa de Brujas. Esta chica de Mataderos firmó en la última Feria del Libro más ejemplares que varios renombrados autores de literatura con mayúsculas y su ópera prima se vendió con éxito en España, pese a su porteñísima temática.

Reparaciones Fina, el debut editorial de Leonardo, publicado por Ivrea en 2006, cuenta la historia de una veinteañera argentina que se gana la vida haciendo changas y experimentando la precariedad del empleo juvenil, mientras convive con un abanico de personajes freaks, en el borde de lo fantástico, muy del universo manga.

El éxito del libro, que agotó enseguida su primera tirada de 1.000 ejemplares, no protegió a la autora de las miradas torvas: "Cuando comencé a publicar me di cuenta que chocaba mucho la idea de ver a una argentina haciendo obras de manga", comenta Patricia. "Mucha gente a la que le gusta el género le costaba asimilar que pudiera existir un manga argento. Pero, para mí, esto funciona igual que el rock, que nació en Estados Unidos pero se convirtió en un lenguaje universal que le sirve perfectamente a un argentino para hablar de lo que ocurre en su propio entorno o en su mundo interior."

"El manga es un universo esencialmente basado en lo fantástico ¿continúa Leonardo¿ y, por eso, a mucha gente le cuesta reconocer la línea que separa a las obras para chicos de los relatos adultos. En mis trabajos, por ejemplo, hay temáticas complejas, tramas políticas o personajes sexualmente ambiguos que construyen un registro más maduro", concluye.



Además de Patricia Leonardo, en la escena del manga porteño se inscriben también autores como Gabriel Luque o Sergio Coronel, autor de Automatik Kilombo, una fábula futurista ambientada en un Morón posnuclear, rebautizado como West City.

Junto a ellos también aparecen otros creadores jóvenes que, fuera del corsé del manga, también utilizan a Buenos Aires como escenario de relatos de ciencia ficción. Salvador Sanz, por ejemplo, presenta, en su obra Legión, un ejército de espectros, venidos de quién sabe dónde, que toma por asalto el Abasto y el resto de la metrópoli, una historia que evoca inevitablemente a El Eternauta, de Oesterheld y Solano López, el libro sagrado de la historieta argentina.

El común denominador entre muchos de estos autores es haber crecido enganchados a las series japonesas, las historietas y los libros de Tolkien y de la llamada "literatura de espada y brujería", lo que les ha dejado una marcada debilidad por la fantasía. Su silencioso éxito es, al mismo tiempo, causa y efecto del renacer del cómic porteño, que se evidencia en el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, se vuelven a publicar obras de autores de nueva generación. La mecha de este fenómeno se prende en las ediciones sobre papel, pero suele explotar en Internet, donde, saltando entre blogs y foros, las creaciones de los nuevos historietistas porteños llegan a fans de todo el mundo. Quizá también, quién sabe, hasta el lejano Japón.

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Publicado por Alejandra Márquez para MundoNiamh-Comics el 6/17/2007 01:35:00 AM